Real Pilar aplastó a General Rodríguez, se subió a la punta y se consolida como líder.
Se veían las caras en Pilar los dos punteros de la zona campeonato de la Primera "C", en un encuentro que seducía. Con la misión de eludir la parda que ajustaría más las posiciones- una tabla de por sí, ya ajustada- y a la expectativa de llegar a la posible final con Cañuelas.
Las intenciones locales claras (desde lo visual) con línea de tres en el fondo, intentando conectar por el sector izquierdo con Chambi acompañado por Croco. Por el centro, por la derecha o donde se lo pidiera el juego, la figura Lucas Ríos como asistente y generador. Sin embargo, el esquema cauto de Lamadrid no dio posibilidades de superioridad. Es más, fue la visita con Vidal, quien arrimó algo de inquietud al área adversaria. La parda duró más de media hora y no obstante, Pilar se las ingenió primero para meter un tiro en el palo y más tarde una entrada de Martínez con claro penal ignorado por el juez. En tiempo adicionado, Arias ingresó a zona de fuego, eludió a Acosta y Devito, en su afán de llegar a cerrar la inevitable caída no pudo postergar el primer grito. Ventaja parcial algo exagerada.
En el complemento, Lamadrid cambió de plan, se adelantó provocando un par de sofocones con remates de afuera del área a dominio de Sultani. Poco duró el espejismo en la segunda llegada clara (se lo había devorado Martínez solo frente al arco minutos antes), Miritello solo tuvo que empujarla para el segundo tanto. La necesidad se hizo carne en Lamadrid y el ansia de la igualdad fue paralela a la amnesia a la hora de marcar y o regresar a zona defensiva. Crego con un soberbio zurdazo la pinchó por sobre Acosta, dando un panorama semiirreversible. La visita golpeada anímicamente, terminó siendo un conjunto de individualidades extraviadas del libreto del juego en cada equipo. Partido en dos, padeció cada réplica pilarense haciendo inevitable una caída estrepitosa.
Pilar hizo real su efectividad y terminó siendo categórico. En síntesis, redondeó una victoria inobjetable con la eficacia como bandera, buenas actuaciones individuales como atributos agregados y fundamentos de sobre para sacar esa luz de ventaja que lo pone a tiro de la final, dependiendo de su propia voluntad y rendimiento.
Premio Estación Fútbol: Lucas Ríos. Un escalón por encima de las actuaciones estelares del conjunto de Pilar. Con la parda inicial abría surcos por la derecha agregando criterios y buen dominio del balón. Roto por la franja izquierda, si hizo falta para ser auxilio y opción. Supo mantener el esférico en sus pies cuando ameritaba conservarla. Punzante a la hora de armar las réplicas y aprovechar los espacios libres para usufructo de sus compañeros. Un peldaño abajo mencionar a Miritello, ingresado en el segundo tiempo, una pesadilla para la defensa de Lamadrid.
Apostillas: en la calurosa y soleada tarde del estadio Barraza, una treintena de personas en la tribuna local. Allí, convivieron allegados de Pilar y Lamadrid, sin conflictos. Un número cercano de residentes en el sector platea y algo más de 25 cronistas de distintos medios que compartieron zona de cabinas.
En el segundo tiempo, Horacio Fabregat, entrenador de Lamadrid, cruzó insultos con algunos locales porque según él cargaban, lo que motivó a poner una lona negra para separar los choques orales. Los locales festejaron eufóricos dicha multiplicada en los jugadores y cuerpo técnico.
Excelente atención: hay que remarcar cuando las cosas se hacen bien e impera el sentido común. La atención de la gente de prensa de Real Pilar digna de elogio. A las listas claras agregar el cuidado mínimo de tomar la temperatura a quien ingrese al estadio (casi nadie lo hace), cuando las pretensiones para las acreditaciones rozan lo pueril y caprichosos. Cabinas impecables asignadas y las que sobraban a disposición de quien, como prensa, las precisara. Bebida y una caja con catering en el entretiempo como obsequio, pequeñeces que el protocolo parece haber echo olvidar a varios clubes.
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