Una de las grandes historias de vida que nos dejó el ascenso fue la de Wilson Severino. Cordobés (o como dice él, provinciano) sencillo, humilde y luchador dentro y afuera de la cancha. Estación Fútbol, dialogó con él sobre sus comienzos, su etapa en Ballester, la amistad con Retamar, su idolatría en Atlas y su recompensa: jugar en el Senior de River.
¿Cómo se relaciona tu infancia con el fútbol?
- Soy cordobés (fanático de la Mona), papá brasilero y mamá Argentina. Gracias a dios tengo el recuerdo de la primera vez que toqué una pelota, fue a los cinco años en calle de tierra, arcos hechos con ladrillos, jugué sin entender cual era el arco, solo sabía que no quería que me quiten la pelota.
Foto cedida por el jugador
¿Cuándo llegas a Buenos Aires? ¿Por qué?
- Mis viejos estaban casados, al nacer yo, a los seis meses, se separaron. Y empecé a rodar con mi madre por Barrio Arguello y Barrio Arenales (Córdoba), eran momentos felices. Se volvió a juntar y las cosas cambiaron mucho, aunque tengo cuatro hermanos más, que los amo. Fue una época difícil en cuanto a lo económico, por eso, a los 12 años hice mi primera incursión por Buenos Aires. Pero no duré ni un mes (era un cordobés muy cerrado, extrañaba mi barrio, mi potrero, las amistades, el fútbol, la calle), no aguanté y volví a Córdoba. Las cosas no cambiaron mucho y cuando tenía 15 años me fui de vuelta para Buenos Aires. Un poco más grande entendí que tenía que aguantar un tiempo, pero a su vez, sabía que iba a volver. Hasta que me vieron jugar al fútbol, no me podían parar y yo entendía que acá no sabían jugar al fútbol (un poco de ignorancia, pensaba cualquier cosa) y me querían llevar a probar a clubes, me veían y al toque mi tío decía "che, hay que llevarlo". Cuando escuché eso, chau, pensé, si me meten en un club me voy a tener que quedar acá. no quería saber nada, me pelee con mi tío, lo cansé, se enojó y me puso en un micro de regreso a Córdoba. Yo estaba re feliz, jaja.
Entonces...hubo un tercer regreso a Buenos Aires.
- En el 98 mi tío tiene un accidente, quedó internado y vengo a cuidarlo, con 18 años y ya me quedé. Jugué en los potreros y me llevaban a todos lados a jugar por plata, me hice un gran amigo (actualmente es mi compadre), los convencí de escuchar a la mona (a todo el barrio) y hoy son más fanáticos que yo jaja. Llegué al Atlético Boulogne- liga de Escobar-, fui goleador y salté a Central Ballester. Me costó la adaptación y cuando la logré, me fue bien, con mucho esfuerzo, pulmón, sacrificio.
En Córdoba ¿Nunca te probaste?
- Sabes ¿Cuál es el gran problema que tiene Córdoba? la segunda provincia más importante del país. Calculá: Talleres, Instituto, Racing, Belgrano y pará de contar. Esos cuatro equipos para mostarte, el filtro es muy difícil. Además, era muy callejero, como el dicho: calle, cordón y vereda, tengo todo. Era complicado llegar a esos clubes, hasta el día de hoy sigo pensando lo mismo. Cambia totalmente cuando venís a Buenos Aires: tenés cinco categorías acá nomás, el tren une donde vos quieras ir. En Córdoba anduve por Racing, en un club que se llamaba Atalaya. Por ejemplo, en Racing jugaba con documento de otro pibe- típico de la época- porque mi mamá tenía muchos problemas, la economía estaba difícil. Es más mi mamá ni sabía que jugaba. Habrán sido unos 10 partidos.
De chico ¿Quién era tu ídolo?
- Se llama Claudio. Vive en Córdoba, el máquina del barrio. Le decían "bebe". Mi objetivo era jugar en el club del barrio, donde estaban las figuras. En ese equipo jugaba "Bebe" y en todos los campeonatos le buscaban quilombos y terminaban a las piñas porque no lo podían parar. Verlo jugar era una cosa impresionante, no le podían quitar la pelota. Lo lindo de mi ídolo era que la pelota se iba afuera y yo la iba buscar para dársela. Cuando entrenaban, yo llegaba temprano para patear un poco con ellos y me encantaba. Le tenía una botella preparada con agua y en el entretiempo se la alcanzaba. Nunca se lo dije en persona y cada vez que voy a Córdoba lo veo jugar con los veteranos y siento la misma sensación que sentía cando era chico.
Cuando llegaste a Ballester ¿Cuánto cobrabas en viáticos?
- Me encantó. Entré con un grupo de chicos fantástico que tenía esfuerzo, mucho huevo, humildad. Me tocó hacer un gran sacrificio, no había una moneda. Si querías ibas, entrenabas y jugabas, sino querías no ibas y chau. Mi amigo del Atlético Boulogne me dio una mano, se la jugó: me pagaba un plato de comida en un restaurante de Boulogne, mientras hacía changas, sabía que tenía el plato de comida. En Ballester formamos un gran equipo, de experiencia como Gregorio Orquera, ahí conocí al "Rata", había un montón de buenas personas. Fue un año y medio fantástico. Además, no teníamos cancha para hacer localía, entonces te enseñaba a plantar bandera en cualquier cancha y te transformabas en local.
¿Cómo conocés a Retamar?
- Retamar me venía siguiendo en la etapa de Ballester junto a su ayudante Fernando Camarano. Cada vez que terminaba de jugar- durante el campeonato- se acercaba, me hablaba. Con mi manera de ser, empezamos a tener una buena relación, casi de amistad. En cada partido, miraba a la tribuna y él estaba ahí, terminaba el partido y nos quedábamos hablando, le contaba de mi familia y eso hizo una amistad. Él me dijo que iba a agarrar un equipo para dirigir y le contesté que el día que agarre un equipo iba a jugar para su equipo.
¿Por qué llegas a Atlas y cómo te adaptas al reality?
Cuando llego a Atlas se decía que iba a llegar un productor, se hablaba que iba a ver un programa de televisión, pero la magnitud del programa la vimos después, al principio, podía ser cualquier promesa como suele haber en el ascenso. Más allá, que Ballester me tenía casi cerrado el pase a varios equipos. Y para ellos, fue un dolor de cabeza que haya elegido Atlas. Renegaron mucho. Pasa que yo no fui a Atlas, fui a jugar con Retamar. Tan solo seguí a una persona que se había ganado mi amistad. Llegué en junio y entrenaba en Atlas sin tener el pase de Ballester en mano, ellos decían que no me iban a ceder. A Retamar le dolía la cabeza porque, cada vez que leía el diario, salía una nota que Wilson cerraba en Almirante, Flandria, Estudiantes de Buenos Aires, Midland. Era su gran miedo. Fue difícil creer para todos, que en ese momento haya elegido Atlas. Yo fui a jugar para Retamar. Después lo que pasó con el programa es conocido, pero agradezco mi etapa en Ballester. Siempre tuve los pies sobre la tierra, no soy un chavón creído, soy común. Valoro los amigos que fui cosechando en el fútbol. Imaginate, que tenemos el Ballester Senior de la época que yo jugué ahí y todavía nos seguimos juntando. Ellos me valoran mi forma de ser.
foto cedida por el jugador
Leyendo los equipos que me nombraste, te la jugaste en ir para Atlas ¿No te importó lo económico?
- Vamos de nuevo, llegué a Atlas por Retamar. Seguí a un tipo que me hablaba y se ganó mi amistad. Soy un provinciano que confío mucho en la amistad, los códigos, la lealtad, soy una persona que me ganás fácil (por ser de esa manera, algunas personas abusaron de eso). Por plata no fue, tampoco la ganaba en Ballester. Cuando llego al club, Retamar me cuenta la idea del reality.
El reality ¿Les trajo beneficio económico o solo ganan en comodidades ( viajar mejor, hacer pre-temporada en otros lugares, etc)?
-Muchas veces te hablan que van a realizar tal cosa y después no hacen nada, por diferentes motivos. Pero bueno, justo caí en el que sí pasó. Igual llegué cuando la "tele" no estaba (junio) y el primer programa creo que sale en noviembre. Después de los primeros seis meses tenía que volver a Ballester y terminando diciembre el programa estaba al aire, había pegado muy bien- buena repercusión- y Wilson había hecho goles. Atlas me quería retener, con la estructura de atrás que era FoxSports. Maxi Ambrosio ( conductor del programa) me dice que tenía que continuar y ahí empezó la negociación entre los clubes y, en ese momento, comenzó el sueldo de Wilson, que era lógico. Porque las posibilidades de emigrar se habían duplicado y Ballester me tenía negociado de nuevo. Los otros clubes se comunicaban conmigo y me ofrecían un montón de cosas. Pero no me olvido que ese crecimiento lo tuve a través del ferrocarril, trabajo en el Belgrano Norte y la estabilidad me la daba el ferrocarril, más allá que mejoré mi sueldo en Atlas. Eso hizo que vaya creciendo de los dos lados: el ferrocarril y el buen presente en el fútbol. Además, tengo a mi hijo Yoel, con el cual la había pasado mal en lo económico y de haberla pasado feo a que me vaya bien en Atlas y tener un trabajo estable en el ferrocarril, no la podía arriesgar. Dije: Wilson abraza al ferrocarril que es tu seguridad económica. Cosa que no me daba el fútbol. Si me brindaba la posibilidad de tirar la moneda para arriba y que caiga cara o cruz. Si caía cruz perdía todo, si caía cara nose, hubiese jugado en Europa. En eso si, capaz fui un poco agrandado- como nueve en la cancha- con mucha autoconfianza, entraba en cualquier cancha y no me importaba nada.
¿La única espina fue no poder ascender?
-Si, mucha gente esperó nuestro ascenso. Lo lloré, lo sufrí, sacrifiqué hasta mi salud porque jugué cinco partidos con los ligamentos rotos, ni hablar de haber jugado desgarrado y enfermo. Nose si la palabra es espina por todo lo que dejé y seguro de lo que entregué.
¿Por que te vas a San Martín de Burzaco?
- Me pasaba que venía de varios tropiezos con Altas y me hacía falta renovar, recuperar un poco de Wilson. No quería estar en Atlas por mi nombre, cuando sentí eso me fui. Lo hablé con el Presidente y tuve la negativa de todos, nadie quería que me vaya. Hubo un primer intento y me quedé; en el segundo intento me fui, cuando nadie lo esperaba. Me hacía falta salir de Altas y volver a recuperarme. En Atlas había logrado ser la figura, el goleador, pero no el ascenso. Llegaba hasta ahí y se me cerraba la puerta. En San Martín fue un lindo cambio de aire porque me hizo retroceder a mi etapa de Ballester. La hinchada era impresionante, gritar los goles y que un coro de 4000, 5000 mil personas griten tu gol, era hermoso. Llegar a la cancha y ver una banda, tribunas repletas, banderas, un clásico con Claypole que lo viven a full. Y disfruté de hacer goles en el clásico y ganarlo. San Martín, me potenció y lo que fui a buscar lo encontré, no erré en la decisión.
¿El broche de oro fue jugar contra River en Copa Argentina?
- ¿Viste lo que fue esa Copa Argentina? No tiene explicación. Nada de lo que te diga te va a convencer de lo que viví. Jamás estuve preparado para eso. Mirá que tuvimos una gran exposición con Altas, las cámaras. Hincha de River y haber vivido esa experiencia que me dio la institución, el Presidente (Maxi Ambrosio) y César Rodríguez (técnico y amigo). Fue algo muy lindo, muy loco, fuera de serie. Así lo sentí. ¿Sabés lo que me dio el fútbol? juego en el Senior de River, el fútbol me regaló, cuando entro en el vestuario, saludo a las leyendas y que todos me digan hola Wilson. Por ejemplo, Lucas Mareque, Ariel Ortega, el Enzo, D´onofrio y muchos más. Los saludaba y miraba para arriba y me decían hola Wilson.
Escrito por Alejandro Viggiano.
Producción: Matías Rodríguez.
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